Psic. Mercedes Viera Azpiroz
Psic. Rosario Valdés Strauch
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Una de las cosas que más preocupa a las madres es el llanto del bebé, en especial cuando parece inconsolable. Pero lo cierto es que, mediante sollozos o gritos desesperados, todos los bebés lloran en algún momento del día. Y esto puede causarte mucho estrés al principio, en especial si tu niño ha sido alimentado, mudado y no hay razón aparente para que sienta molestias. No desesperes.
Lograrás adaptarte y aprenderás a interpretar su llanto a medida que pasen los días y tu hijo encuentre su equilibrio.
Durante los primeros meses, las principales causas del llanto son el hambre, la fatiga y la incomodidad. Sin embargo, también debes tener en cuenta que el llanto es la forma que encuentra el niño de comunicarse contigo, con su padre y con el entorno. Poco a poco aprenderás a diferenciar el llanto normal del que requiere consulta.
FUENTE: Bienvenido bebé | UNICEF
Con el llanto el bebé reclama, expresa que tiene hambre, frío o simplemente ganas de llorar. Es importante que respondas a sus necesidades. No es bueno levantar al pequeño apenas llora, sino dejarlo en la cunita mientras lo acaricias y acompañas. Una buena forma de consuelo es el contacto corporal y las palabras en voz suave y tranquila.
Tu bebé no es bueno o malo según llore o no llore; esta reacción poco tiene que ver con su comportamiento. Si llora, seguramente algo le ocurre, por eso debes responder con la mayor rapidez posible:
• El niño se sentirá más seguro, confiado y amado si respondes de inmediato.
• Mediante el llanto, él trata de comunicarse. Ten presente que su repertorio para expresarse es limitado: no lo dejes sin respuesta.
• Si no reaccionas a su llanto, es probable que llore más y más, hasta obtener la atención que busca.
• Respondiendo, fomentas las capacidades sociales e interactivas de tu bebé.
Ante el llanto del bebé es muy común preguntarse: ¿Se habrá quedado con hambre?, ¿tendrá dolor de barriga?, ¿sueño? Son dudas típicas, en especial en madres de recién nacidos. Cuando el llanto irrumpe cada tanto, podrás sobrellevarlo bien, el problema aparecerá si estas situaciones perduran en el tiempo y llegas a sentir que no logras entenderlo.
Cuando llora por hambre
Si tu bebé ha estado durmiendo por 2 o 3 horas y se despierta llorando, seguramente tiene hambre. Aliméntalo, y si aún así continúa llorando, probablemente quiera más.
Cuando llora por incomodidad
Un pañal sucio puede provocar el llanto en tu bebé. El exceso o la falta de abrigo, también. Controla los pañales de tu hijo y la temperatura de su cuerpo, si rompe a llorar. Y si nada de esto parece ser la causa, revísalo para ver si tiene erupciones.
Cuando llora por cansancio
Si está cansado, es posible que se largue a llorar y que te cueste calmarlo. Recurre a algún ritual de mimos y caricias para dormirlo; abrázalo o cántale una canción de cuna.
Cuando llora por aburrimiento
A medida que crezca, tu bebé disfrutará más de la compañía y del entorno. No te extrañe que llore en un intento por reclamar atención o compañía. En este caso, álzalo y llévalo a dar un paseo en brazos por tu casa o por el barrio.
Cuando llora por inseguridad
Un impacto repentino, un movimiento brusco, una luz intensa o un ruido agudo e inesperado, podrían provocar el llanto de tu bebé. Haz que recupere la seguridad mediante un abrazo firme.
Cuando llora por algún dolor
Si tiene fiebre alta, siente dolor de oído, de barriga o de otro tipo, tu niño llorará. Si no logras calmarlo mediante mimos y caricias, consulta al pediatra.
Si llora por cólicos o gases
Si sabes que el niño llora por cólicos, no debes darle remedios sin prescripción médica, ni siquiera la vieja paratropina pediátrica. Lo ideal es ponerlo boca abajo, frotar su barriguita y, si lo tienes en brazos o incorporado sobre el hombro, golpearle suavemente la espalda.
En caso de que el pequeño tenga gases, hay algunos medicamentos de factor AG pediátrico para disolverlos; podrías recurrir a ellos una vez que consultes con el pediatra. Y en cuanto a las medidas físicas, te recomendamos ponerlo boca abajo y apretarle la barriguita contra el hombro o doblarle las piernas para que expulse los gases.
Probablemente te preguntarás qué pasa, por qué no logras calmar ese llanto continuo o reiterado. Te sentirás más nerviosa y se generará un círculo vicioso: ambos —madre e hijo— se pondrán muy irritables y esta situación acabará por afectar a toda la familia. Dormirán mal, las culpas aumentarán en ti por sentir que no lo puedes calmar y te preguntarás si estás haciendo algo mal o si se trata de un niño que está enfermo.
Evita ese tipo de situación. Si el bebé llora sin parar, prueba distintos caminos:
• Verifica si tiene hambre.
• Fíjate si tiene un provechito.
• Revisa sus pañales.
• Intenta ponerlo en otra posición.
• Cántale.
• Háblale suavemente.
• Álzalo.
• Paséalo.
Y si luego de probar todo lo que se te ocurre, tu niño sigue llorando, mantén la calma. Él percibe si estás preocupada. Y nunca lo sacudas, aunque te sientas desbordada. Si ves que no puedes más y necesitas una pausa, pide la colaboración de tu pareja, de un familiar o de algún amigo. Ten presente que todos los bebés lloran, que el tuyo también lo haga no significa que no lo sepas cuidar. Haz todo lo que puedas para calmarlo, pero si no lo consigues, no lo agredas ni te culpes.
Los bebés reaccionan así —con irritación, resistencias y llanto— porque necesitan de alguna manera expresar lo que sienten y, como no pueden hablar, lloran, se niegan a comer, a dormir o hacen todo a la vez. Expresan con su cuerpo lo que no pueden expresar con palabras. En esta etapa de su vida, como madre te toca traducir en palabras lo que el niño expresa con su cuerpo.
El llanto de tu bebé es señal de que te necesita y quiere que lo atiendas. A medida que vayas conociéndolo, aprenderás a leer y responder a sus distintos llantos a través del ensayo y el error. Cuando parece que nada funciona, es buena idea dejar que otra persona ayude; ten presente que ambos se están ajustando a grandes cambios en sus vidas.